Los adultos hispanos pueden ser más propensos a sufrir amputaciones por esta enfermedad vascular
Por Thor Christensen, 91ÊÓƵ News
Los hispanos hospitalizados por enfermedad arterial periférica pueden tener más probabilidades de sufrir amputaciones que sus contrapartes blancas no hispanos, según una nueva investigación que apunta a la necesidad de que exista mayor concienciación y prevención de esta enfermedad.
La enfermedad arterial periférica, o arteriopatía periférica, es un estrechamiento de las arterias que transportan la sangre desde el corazón. calculan que unos 8.5 millones de adultos estadounidenses de 40 años o más padecen esta enfermedad, la cual afecta, más que nada, las piernas y los pies.
Producida principalmente por la acumulación de placa grasa en las arterias, la arteriopatía periférica suele provocar calambres, dolor o fatiga en los músculos de las piernas cuando una persona sube escaleras o camina. Si no se trata, puede provocar gangrena y amputación. También puede ser un factor de riesgo de otras enfermedades cardiovasculares, como los ataques del corazón y cerebrales.
En el se observaron 141,551 adultos hispanos que fueron hospitalizados con arteriopatía periférica durante el periodo de 2011 a 2017. Los investigadores compararon los datos de este grupo con los de personas blancas no hispanas, hospitalizadas con arteriopatía periférica. (Las personas de etnia hispana pueden ser de cualquier raza).
Se descubrió que, si bien las amputaciones en general disminuyeron durante el periodo, los hispanos tenían tasas más altas de amputaciones en comparación con sus contrapartes blancos no hispanos (32% frente al 21%). Esto significa que las personas de etnia hispana con arteriopatía periférica tenían probabilidades un 25% mayores de sufrir una amputación menor y probabilidades un 8% mayores de sufrir amputación mayor, comparadas con personas blancas no hispanas.
Los hispanos también tuvieron tasas más bajas de revascularización que los blancos no hispanos (43% frente al 60%), un procedimiento que puede restablecer el flujo sanguíneo a la extremidad comprometida de forma quirúrgica o mediante métodos no invasivos.
Paulina Luna, investigadora principal del estudio, dijo que una investigación que se había llevado cabo hace casi una década tuvo resultados similares. "Esperábamos que estas disparidades pudieran haber disminuido con el avance de la tecnología y el impulso de la revascularización, pero siguen siendo pronunciadas y queda mucho por hacer".
El estudio se presentó el mes pasado durante las Sesiones Científicas virtuales de la 91ÊÓƵ. Los resultados se consideran preliminares hasta que el estudio entero se publica en un boletín evaluado por pares.
Luna señaló que, en parte, los hallazgos podrían explicarse por las barreras sociales a las que se enfrenta la comunidad hispana, las cuales incluyen las tasas más bajas tanto de seguro médico como de alfabetización relacionada con la salud. También dijo que los estudios anteriores indicaron que, en comparación con los pacientes blancos no hispanos, los pacientes hispanos tienden a buscar ayuda médica más tarde, cuando la enfermedad ha avanzado.
Los resultados "destacan la necesidad de que se den cambios sistémicos y en las políticas públicas que aboguen a favor de la cobertura de seguro para todos los pacientes, en particular los hispanos indocumentados. Este segmento de la población suele enfrentar dificultades para tener acceso a la atención médica", dijo Luna, que se graduó recientemente en la Facultad de Medicina de Yale y es médico residente del New York-Presbyterian Hospital/Weill Cornell Medical Center.
En Estados Unidos viven más de 62 millones de hispanos que representan casi el 19% de la población total, según . La comunidad está muy afectada por varios factores de riesgo cardiovascular, dijo Luna. Por ejemplo, , las tasas de diabetes son más altas entre los hispanos (los hombres con un 15.1%, y las mujeres, con un 14.1%), comparados con sus contrapartes de raza negra, blanca y asiática.
Luna también señaló que, educar más a los pacientes acerca de la arteriopatía periférica y la diabetes no controlada, con la que los casos de este padecimiento pueden empeorar, podría ser una forma de reducir tales disparidades. Las modificaciones de comportamiento, como hacer ejercicio con regularidad, reducir los alimentos y bebidas azucarados y estar más atentos a las visitas con profesionales médicos, también pueden ayudar a mitigar estas tendencias, dijo.
Luna pidió más investigación sobre el tema, incluidos los estudios cualitativos que puedan identificar barreras específicas.
El Dr. Joshua Beckman, quien no participó en el estudio, señaló que esta investigación "avanza nuestro entendimiento de los efectos de la arteriopatía periférica en este grupo de pacientes". No obstante, también mencionó que aún quedan cuestiones importantes por abordar.
"¿Por qué los pacientes hispanos son más propensos a someterse a una amputación? ¿Existen tratamientos específicos que puedan beneficiar a los pacientes hispanos para reducir la necesidad de una amputación? ¿Cambiarían los resultados si se estandariza la atención?", dijo Beckman, profesor de medicina y director de medicina vascular del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt en Nashville, Tennessee.
"Es necesario seguir investigando, además de contar con mejoras en cuanto a la prevención y la atención".
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